Imparable

Esta persona es ya de edad madura aunque sigue impartiendo clases, lo cual requiere un sistema locomotor eficiente. Cuando vino, al hacer la valoración, he notado las consecuencias de su larga carrera en su cifosis y todas sus aventuras mientras hablábamos de la reconstrucción de la cabeza de un fémur y la lesión en la rodilla a causa de un trauma. Fue todo muy natural, tanto como su personalidad y la forma en la que se toma las cosas. Nos complicamos cada día más las mentes jóvenes.

Ya sabemos lo que hay que hacer para adaptar una rutina de entrenamiento al comenzar con este tipo de situaciones. Uno de los días del curso de inicio empezamos a hablar de su carrera y como tiene que ver con estructuras, la conversación se transformó en fuerzas, cargas y resistencias. Como eso es lo que me encanta de Pilates y lo aprendí muy bien aplicado al movimiento en Xtensal, la clase fue muy amena, aunque no me atrevía a utilizar términos demasiado técnicos, sino que intuitivos, un lenguaje simple dice más que mil palabras.

Lo más curioso del caso, que nos pasa a la gran mayoría y por eso el dicho de: “Casa de herrero,…”. Había una desequilibrio muscular importante en todos los ejes porque en su cuerpo los conceptos que enseña durante probablemente muchas de sus clases, no estaban aplicados prácticamente. Así que empezamos a trabajar en la repartición de cargas para buscar en pocas sesiones centralizarlo en la base para poder comenzar a enseñarle movimiento, y funcionó. Se incorporó a un grupo de su rango de edad y además de divertirse mucho, porque la verdad es que son “majísimos”, empezó a sentir su cuerpo.

Hubieron días que sentía que trabajaba poco (porque era donde estaba más fuerte) y días que trabajaba mucho (no necesariamente donde estaba más débil) y empecé a ver la luz con el caso. Su musculatura se empezó a equilibrar de manera considerable y se le notaba. Yo suelo dejar que los alumnos noten su cambio porque si lo digo yo está algo mal visto, es como si quisiera venderle una moto y no, prefiero que ellos sin darse cuenta del progreso caigan en la realidad que están, haciendo cosas que antes parecían inalcanzables. En este caso, me parecía que ya estaba trabajando poco y cambiamos de grupo. ¡Acertado!

Hubieron días duros de mucho esfuerzo, sudor, algún “amarillo” pero bajo su autorización hemos continuado, lo ha superado y finalmente ha notado su progreso. Tras el confinamiento hemos tenido que interrumpir el trabajo con los aparatos, pero no ha querido parar y se ha animado a hacerlo virtualmente y, como sabemos, el suelo es más agresivo, así que hemos tenido que tirar para poder coger fondo y como es un gran ejemplo de persistencia, hoy está en el grupo de clases dirigidas en directo más exigente y soporta todo, aunque alguna vez me ha expresado la gran fatiga después de clase.

Seguimos teniendo momentos de charla, al finalizar alguna clase por ver algún tema de gestión nos quedamos hablando de la actualidad. Es entonces cuando comprendo que el profesor es un vehículo para llevar a la persona dónde quiere llegar y que la forma de agradecer es su fidelidad.

Fidelizar es una virtud.

Niven