Decidió creer

Muchas veces dudamos de lo que nos dice una persona que conocemos por primera vez, especialmente cuando de la salud se trata. Puede ser que el desconocimiento propio provoque una inseguridad oculta que no reconocemos y entonces la depositamos en la otra persona, como si le conociéramos toda la vida para saber si fiarse o no. El caso es que todos hemos pasado por eso alguna vez en la vida, por activa y por pasiva, sin detenernos a pensar realmente si al menos el sentido común está presente en el planteamiento del individuo que estamos empezando a conocer.

Lo que más rescato de mi, es la capacidad de permitir que otra persona me enseñe sin cuestionarle nada, lo que me quita la enorme culpa del juicio. Evidentemente si me están dando un servicio siempre procuraré estar seguro y que no me “timen”. Me gusta saber como las personas hacen su mayor esfuerzo por salir adelante, es muy interesante ver la dedicación que tiene, como quiere explotar al máximo lo que sabe y como quiere mantener su trabajo o su negocio a flote, a toda costa.

Esa actitud me ha hecho empatizar con mis alumnos siempre y en todo momento, porque gracias a que en mi entrenamiento tengo otras actividades dirigidas, sé que cuando uno está aprendiendo algo hace lo mejor posible para hacerlo bien y aprovechar la oportunidad, aunque la distracción y el desinterés son otra cosa. Es por ello que de quien voy a hablar esta semana me ha inspirado para dedicarle unas páginas de mi diario, porque pese ser profesor de muy alto nivel en una universidad es un alumno destacable.

Microdiscectomía en sus dos últimos discos vertebrales (para llegar a ello tuvo que estar en una fase muy crítica). Llegó con sus cinco décadas a hacer el intento de comenzar una actividad física tras la recomendación de sus médicos de hacer Pilates, al principio su dolor crónico le daba un carácter duro, serio y de difícil acceso, pero me interesaba mucho su forma de aprender. Es probable que hace tiempo nadie le enseñase algo y quizás nunca a controlar su cuerpo adecuadamente. Le encanta el senderismo y lo dejó por el dolor.

Lo primero que hice fue estabilizarle en el eje lateromedial y esto consumió al menos las primeras 10 sesiones porque íbamos despacio y con buena letra. Como venía dos veces en semana durante esa época, lo hicimos en mes y poco más. El cambio radical surgió a partir del momento en que se relacionó la respiración el neutro en la zona lumbar, lo que afortunadamente para muchos no es algo nuevo le ha encaminado por la senda de una vida sin dolor. Es lamentable que esta persona se hizo daño haciendo Pilates, tres años en “imprint”.

Desde el compromiso con su persona, la duda sobre iniciarse en la actividad física se fue desvaneciendo hasta que desapareció y después de dos años continua viniendo fielmente a aprender más sobre su cuerpo, siendo un alumno brillante que también me enseña cada día.

Lo mejor es que ahora viaja constantemente para hacerse largas rutas sin dolor.

Niven