El panorama ya era complicado durante la época del confinamiento, en aquellos momentos de soledad o compañía en casa y la cantidad de contagios de la radical pandemia que azota al mundo entero nos hizo recibir la primavera con algo de nostalgia por la incertidumbre de lo desconocido, la tristeza que invadía las calles cuando salíamos a tirar la basura ponía un tono sepia al ambiente que apenas nos enseñaba el frondoso brote de los cerezos y los almendros. Algunos días conocíamos un rincón nuevo de nuestra casa, el cambio del clima, nuevas líneas de luz dentro de casa y nuevas experiencias de la convivencia, los que tuvimos esa oportunidad.
Me imagino que todos podemos contar historias y sensaciones de la histórica crisis que se ha vuelto tan comercial, pero os transmito las mías. Ha sido una avalancha, pero ahora entiendo que todo ha sido a mi favor, definitivamente. Empezando por el coronavirus, aquellos todavía fríos días de marzo cuando estalló el estado de alarma eran de tempestad, el pánico azotaba los comercios y lo pude vivir, como anulaban masivamente las clases con toda la razón, yo sin embargo, hasta el último momento hice lo que pude por proteger a mis alumnos desde el desconocimiento de la situación, y a mi mismo.
Nada más confinarnos vino el cierre involuntario de mi antiguo proyecto, lo cual hizo que se fuese temporalmente mucha ilusión, considerable esfuerzo y; permanentemente, la inversión económica que aposté (lo que más me costó aceptar). Todo esto me enseñó mucho, ahora puedo decir que tengo muy sólidas bases para protegerme y las lecciones que he obtenido del emprendimiento, muy vulnerable en estos tiempos, han valido para retomar con mucha fuerza los menesteres de un trabajo que ya había hecho, enfrentándolo a plena luz. Todo esto me da todos los días una potencia irrevercible.
Al venir la oportunidad de darle forma a mi visión he conseguido recuperar la ilusión, confirmar el cariño de las personas que he venido conociendo a través del tiempo, disfrutar de crear y sentirme fuerte con todos ellos, he podido levantar una flexible, maleable e impenetrable muralla. Hoy, aún atravesando los percances de lo que nadie esperaba que pudiera suceder en el mundo, está pasando el verano y empezamos un nuevo ciclo de enseñanza y con esto muchas experiencias nuevas como elaborar un riguroso y óptimo protocolo de seguridad para que todos estemos seguros dentro del centro, hacer que lo aprendamos y lo ejecutemos todos.
Los mejores regalos vienen todos los días acompañados de sonrisas, cada alumno que entra por la puerta con la confianza depositada en N7 hace que tanto ellos como yo disfrutemos cada momento y que cada hora de trabajo juntos genere nuevas experiencias. Por eso esta vez no decidí dedicar a una persona éstas líneas, sino a todos ellos por igual, creyentes genuinos del
trabajo que hacemos juntos, dispuestos a iniciar cada sesión con el objetivo de estar físicamente sanos y en condiciones de enfrentar la vida a tropezones que estamos teniendo. Agradezco a cada una de esas personas tanto apoyo, tanto entusiasmo y tanta confianza. Con eso, llegaremos lejos.
Millones de gracias.
Niven.