El calor ha hecho que esta semana llegue al estudio deseando una ducha, la sensación que he tenido es la que se tiene en las playas cuándo hay humedad extrema. Es ducharse, secarse y volver a sudar. El agobio del calor se une al de llevar mochila, bolsa deportiva, el bolsito de la comida, la mascarilla y (porque quiero) los cascos, no sé si todo lo que llevo pesa más que yo.
El caso es que en el camino, que aclaro, no es incómodo pero el calor lo hace pesado, he descubierto muchas cosas que daba por hechas antes del confinamiento, cuando debo tomar el metro me gusta observar a las personas, ahora nuestros ojos dicen más que mil palabras, porque los gestos de la boca se echan de menos. Cuando camino, me sorprende que pueda percibir el olor del jazmín llevando la nariz tapada y cuando quiero beber agua, directamente no saco la botella porque la logística es limitada.
Así como el confinamiento nos ha hecho cambiar nuestro estilo de vida tan madrileño, en el que cuanta más gente haya en un sitio mejor ambiente hay, aquel con el que podíamos entrenar con colegas a escasos centímetros o incluso el abrir un grifo supone pensar que antes hay que desinfectarse las manos, en el mundo del deporte también ha enseñado cosas positivas, como la disciplina, la constancia, el esfuerzo y las ganas de moverse. Los homo sapiens no habrían echado esto ultimo de menos.
El caso que os quiero contar ahora es el de una persona que no conozco, pero estamos dos veces a la semana juntos hace poco más de veinte semanas y hasta el día de hoy. Todo empezó en el estudio, cuando recibí la gran noticia de que existiría. Su deportista madre se acogió a esperar durante el primer trimestre según las pertinentes recomendaciones y volvió con mucho entusiasmo, pero el confinamiento nos quizo parar. Durante esos días nos hemos puesto en contacto e hizo una valoración, cómo tiene buena complexión me busqué la forma de continuar con su entrenamiento virtualmente.
Hemos tenido clases de clases y han faltado a pocas, le he hecho entender a su madre que su estado actual no es un límite ni significa que debe hacer menos. Ella, a través de todas las pautas sabe como funciona el método Pilates en el cuerpo y he podido transmitirle la habilidad de adaptar y relacionar un movimiento que otros en el grupo hacen de una forma para que aplicando las cargas de otra forma pueda ejecutar los mismos movimientos y que mantenga su cuerpo en forma para lo que viene. Es importante que la madre esté más fuerte que nunca y el sentido común nos hará entender cómo enviar la información adecuada al cerebro y las cargas adecuadas al cuerpo.
Lo más precioso de todo este precioso ha sido poder verle crecer, ella, su madre tan en forma y él, sin parar, dentro de ese pequeño espacio vital crece sin parar. Ya han podido venir al estudio a dar clases con los aparatos y aunque no me lo creáis, su madre es el centro de atención del grupo por sus grandes habilidades. Ella y él me han enseñado que la mujer tiene mucha más fuerza de la que imaginamos, no es el género débil, al contrario: Ella está a pocas semanas de reivindicar este hecho con el gran momento de traerlo a él al mundo.
¡Echaré de menos verle en “la tripa”!